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Como el vaivén de las olas, tus huellas en mi piel.

sábado, 8 de abril de 2017

Me invitas a un café

Esa tarde, mientras él atendía la tienda
Ya pasaban más de las tres
Cuando ella entró, sin pensar
Que a su amor, allí iba a encontrar.
Era uno de esos lugares
Donde venden cosas antiguas,
Hermosas y vencidas, pero llenas de vida.
Ella buscaba un regalo para su amiga
Mientras distraída se deja llevar
Por la magia de los objetos que veía.
Él se fija en ella, en su sonrisa
La persigue con la mirada
No puede apartar sus ojos de ella.
Él la observa plácidamente
Interrumpió lo que hacía, para seguirla.
Se mueve en silencio, sin que ella lo note,
Se esconde y avanza un poco más cerca
¡Wow que bella!, embobado ante su belleza.
En ese instante se tropieza
Y el ruido al caer, de las piezas de metal
Llaman la atención en ella.
Él actúa rápidamente, pero ya es inevitable, y ella se le acerca, y con un tono de voz muy dulce le pregunta ¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte?, el se levanta apenado, y al girarse, ella sonríe, él aún está ruborizado.
De inmediato ella lo saluda y le da un abrazo, ¡hola que casualidad habernos encontrado!, él se queda ensimismado
Y ella continúa, soy Julieta, como has estado.
Oh! él no lo puede creer, ella ha cambiado, muchos años han pasado, pero su hermosura no la ha dejado.
Él reacciona sonriente, un gusto verte de nuevo, es realmente sorprendente.
Comienzan a platicar de sus vidas y experiencias, de los fracasos y los éxitos de lo bueno y no tanto.
Él le ofrece ayuda para encontrar lo que ella busca, ¡Gracias! busco unas tasas de café para una vieja amiga.
Ya es hora de cerrar, pero no quieren despedirse, la conversación apenas comenzaba.
Él le pregunta quieres helado o un té,
Ella sonríe, ¿Me invitas a un café?
¿Aún te apasionan los capuchinos?
Él se sorprende que ella lo haya recordado.
¡Si ! Y tú siempre prefería el té.
Ya no soy una niña, ahora el café si me gusta, del mocaccino me he enamorado.
El ríe diciendo se pondrá celoso tu esposo, y ella mirándolo ¡yo nunca me he casado!
Él sonrió, la miró, terminó de cerrar la tienda, y se marcharon como si el tiempo no hubiese transcurrido, amigos de la infancia, que se tomaban de las manos, él siempre tomaba café, ella tomaba helado, hoy compartían un mocaccino  escribiendo las nuevas paginas de su destino, amándose como cuando eran niños.

HB 08-04-17
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