Sí, yo estoy triste; pero mi tristeza no es mala;
en su seno no hay gérmenes de rencor ni de ira;
no se estremece en ayes convulsivos, exhala
sólo quejas muy suaves; no solloza, suspira.
Una tristeza como de niño pensativo
que quisiera dormirse para olvidar su pena...
¡ Ah, vida!, muchas veces me hieren sin motivo,
y yo te busco siempre con sonrisa serena.
¡ Ah, vida!, tú no tienes la culpa de que sea
así el alma que llevo... ¿Sabe la brisa acaso
por qué las flores tiemblan mientras ella aletea
y se quedan inmóviles las piedras a su paso?
Aquí está la tristeza sobre mi hombro inclinada,
como una frente enferma de sueños agobiada.
Luisa del Valle Silva.
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