El día teje su color marino
y una danza celeste de gaviotas
viene a cantar las velas que volvieron.
Sobre la playa está tu nombre escrito.
Lo escribieron mis dedos en la arena,
y se detienen a leerlo el aire, la luz, los buques
y la espuma del agua marinera.
Entre tanto,
la ventana del mar es infinita;
y en su ojiva de amor, de enredadera,
de gótico gemir, de vino antiguo,
está cantando la mujer primera.
Yo anhelo junto al mar que tú vinieras
como viene la ola, suspirando;
que trajeras espuma por las trenzas
y un verso marinero entre los labios.
Camilo Balza Donatti
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